En esta ocasión entrevistamos a Aurora Aguilar, responsable de Enfermería en Liébana y Peñarrubia, que recientemente ha recibido la Cruz Sencilla de la Orden Civil de Sanidad. Su labor desde 2009 en el área de Peñarrubia-Tresviso la ha hecho merecedora de este galardón y del cariño de todas las personas a las que ha atendido durante estos años.
¿Qué sentiste cuando te enteraste de que te iban a entregar este reconocimiento de las manos de la ministra de Sanidad Carolina Darias?
¡Pues fue una sorpresa! Al principio pensé que el acto sería una cosa sencillita, pero después me di cuenta de que cada vez se hacía más grande, así que me quedé muy asombrada de la repercusión que tenía.
Cuando el Consejero de Sanidad de Cantabria, Raúl Pesquera, empezó a hacer visitas por los consultorios médicos locales no imaginé que acabaría así, siendo la homenajeada. Fue él quien empezó a moverlo todo y el que propuso que recibiese este reconocimiento. Pero detrás de este galardón hay todo un equipo. Yo lo he recibido en su nombre, pero somos más compañeras las que estamos al pie del cañón. Así que ha sido precioso, pero también supone una responsabilidad, porque recojo la Cruz en nombre de otras personas. De alguna manera represento a un colectivo donde hay muchos más profesionales de la sanidad que se merecen los mismos elogios y agradecimientos.
¿Qué es lo mejor y lo peor de formar parte del personal sanitario que cubre una zona rural como Peñarrubia o poblaciones similares?
Lo mejor es el trato con el paciente, la cercanía. Aquí somos parte de la vida del otro. Somos su referencia. Por eso lo más bonito es contar con su confianza y con ese trato tan personal, que es difícil conseguir en lugares más grandes.
Lo peor quizá es que estás alejado de todo y que no cuentas con tantos recursos. A base de pedir y argumentar adecuadamente las cosas se van consiguiendo logros, pero de entrada no dispones de los mismos medios.
Por ejemplo, en la pandemia conseguimos que se creasen puntos de toma de muestras PCR, sin que los residentes tuvieran que desplazarse a otro sitio. Aquí estamos muy alejados de los núcleos urbanos y vive mucha gente mayor para la que era necesario adoptar una medida así.
Pedimos a los alcaldes que habilitasen carpas para hacer las PCR y vacunaciones, porque los centros de salud son pequeños. La logística fue complicada porque tenían que adecuarse muchas cosas: frigoríficos, almacenamiento informático…pero al final lo logramos.
¿Alguna vez has pensado en hacer un cambio? ¿has echado de menos desarrollar tu profesión en algún otro lugar, en una zona menos aislada, en una ciudad?
Lo pensé en su día, pero ya no. Le daba vueltas a la idea, porque yo vivo en Llanes y la familia se preocupaba por el trayecto que tenía que hacer a diario para trabajar. Pero esta zona engancha y ahora ya no me muevo. Mi sitio está aquí.
Le coges cariño al lugar y a sus gentes. Son parte de mi vida. Por eso también en entornos rurales, donde la población está envejecida, cuando los mayores se van lo vives con mucha pena. Pero tengo la satisfacción de haberles podido tratar muy bien, con el mimo que se merecen.
¿Qué crees que necesita “sanearse” en el mundo rural, en todos los sentidos?
Pues creo que a los profesionales sanitarios que van a entornos rurales hay que cuidarlo más. Hay que actuar para ponerles las cosas fáciles y que no se vayan. Quizá facilitarles una vivienda o tener en cuenta los gastos que supone desplazarse a determinados sitios.
Dicen que de todo lo malo se aprende algo, ¿qué crees que nos ha enseñado la pandemia?
Cuando se piensa en un municipio alejado y con pocos habitantes puede parecer que hay muchas desventajas, pero aquí se vive muy bien. En estos pueblos las personas enfermas y mayores están muy bien atendidas. El personal sanitario tenemos tiempo y ganas de cuidarlos y así evitamos que a la mínima tengan que desplazarse hasta un hospital.
Además, entre las mejores cosas de vivir la pandemia en un pueblo así está el propio hecho de que también nos aisló del virus y al principio no hubo incidencia de la Covid.
Por otro lado, la pandemia nos ha enseñado que somos muy vulnerables y que la sanidad es muy importante. Ha puesto cada cosa en su sitio, ordenando las prioridades.
Para el personal sanitario la Covid ha sido muy dura, pero en un entorno rural lo hemos vivido de otra manera. Aquí hemos sido un apoyo a la población en muchos sentidos, no solo dando soporte médico, sino también moral. Nos convertimos en el gran antídoto para la soledad de los mayores. Pero lo cierto es que la gente de pueblo es muy dura y aquí los que muchas veces aprendemos lecciones de supervivencia somos nosotros.