La celebración del 35 aniversario del Estatuto de Autonomía se dedica a los Grupos de Acción Local
El 35 aniversario del Estatuto de Autonomía de Cantabria del día 1 de febrero se ha dedicado a los Grupo de Acción Local, que desarrollan proyectos desde hace más de 20 años en el 90% del territorio de la comunidad autónoma.
La Presidencia del Parlamento de Cantabria ha querido destacar un aspecto recogido por el Estatuto, el referido a la organización territorial. Y dentro de ella, la labor de los cinco Grupos de Acción Local que vienen actuando sobre el territorio de forma democrática y transparente más de 20 años.
A juicio de Dolores Gorostiaga, los Grupos de Acción Social son un ejemplo palpable de “cómo la participación democrática de la ciudadanía permite la confluencia de voluntades y la colaboración mutua para la resolución de los problemas comunes con actuaciones específicas para cada territorio”
Desde estas organizaciones, y con la participación de la Unión europea, “se ponen en marcha instrumentos que fomentan la creación del empleo, como paso imprescindible en la lucha permanente contra la despoblación y en favor de la conservación del paisaje y del medio ambiente”, ha explicado Gorostiaga.
A continuaciòn, reproducimos las intervenciones de Secundino Caso, Presidente del GAL Saja Nansa y de Ángel Sainz Ruiz, Presidente del GAL Valles Pasiegos.
SECUNDINO CASO
En primer lugar me gustaría agradecer, en nombre de los 5 Grupos de Acción Local, (GAL), al Parlamento de Cantabria, por darnos la oportunidad a los territorios del medio rural de hacer visible lo que hacemos, en un día tan significativo como el de hoy, que se cumplen 35 años del Estatuto de Autonomía Cantabria.
Hace 26 años, cuando yo aterrizaba en política, como concejal del Ayuntamiento de Peñarrubia, recibía una llamada de mi gran amigo y entonces alcalde de Val de San Vicente, Miguelon,…quería contarme que desde el gobierno de Cantabria el entonces Consejero de ganadería, agricultura y pesca, Santiago Neches, le había trasladado que desde Bruselas, sede oficial de los organismos de la Unión Europea, se ponía en marcha una experiencia piloto, destinada a un territorio rural con el único requisito que este fuera de las más deprimidas. Este recibiría una financiación y sería el territorio, en el caso de aquella experiencia piloto, quien decidía como y en que lo invertiría, bajo una premisa fundamental, llegando a acuerdos de los actores de ese territorio. En aquel momento nacieron los grupos de acción local en las comarcas rurales.
El éxito, con sus virtudes y sus defectos, fue rotundo y la Unión Europea, no dudó en poner en marcha los programas Leader incorporando mucha más democracia participativa en sus órganos de decisión. A partir de ese momento no solo decidirán los ayuntamientos sino también lo harán los agentes sociales y económicos de la comarca, Si fue todo un reto poner de acuerdo a los ayuntamientos podéis imaginar lo que fue poner de acuerdo a la sociedad civil organizada y trabajar coordinadamente por los intereses de nuestros territorios.
Después de 25 años la democracia participativa del territorio rural está más activa que nunca, convirtiéndose en una forma de hacer reciente en las zonas urbanas.
Y todo esto para qué?
Para generar riqueza en las zonas rurales, financiar la creación de empresas, recuperación de nuestro patrimonio natural y cultural, generar empleo…podríamos hablar de la ingente cantidad de empresas que hemos creado posadas, albergues, campings, etc, recuperación de patrimonio arquitectónico: Torres medievales, castillos, ermitas, creación de museos etnográficos, ferrerías, recuperación del patrimonio natural: paseos fluviales, miradores, recuperación de entornos naturales, y un larguísimo etcétera.
Son muchos los proyectos financiados y puestos en marcha, pero permitidme hoy, ponerle ojos y corazón a alguna de esas iniciativas que han marcado un antes o un después. En esos 25 años de mi participación, en el grupo de acción local de Saja Nansa, son muchos lo recuerdos y momentos que marcan la trayectoria del devenir de nuestras comarcas…permitidme recordar cuando Juan y Mª Jesús, llegaron a nuestras oficinas, dos jóvenes que vivían y ejercían sus vidas profesionales en Madrid, que con una vida cómoda en la capital, no les llenaba lo suficiente, y que después de pensarlo mucho o no tanto decidieron ligar su futuro a una zona rural, a un pueblo. Su idea era trasladar a un pueblo de Cantabria aquellos proyectos que de niño vio en la Toscana. Compraron una finca en San Vicente del Monte, la plantaron de manzanos, nogales, y arándanos y convirtieron la vieja cuadra en cuatro apartamentos rurales. Su sueño había nacido y con él también el nuestro, el proyecto “El Sendero del Agua” fue la primera iniciativa de agroturismo de Cantabria. Después de más de 15 años y un gran trabajo, no exento de muchos problemas, tanto Juan como no solo regentan este proyecto, sino que están plenamente integrados en la vida social, cultural y económica de su pueblo.
Hoy para nosotros no eran importantes las cifras, que lo son, de niveles de ayudas, empresas creadas, niveles de empleo generados, hoy para nosotros es importante haceros llegar como los proyectos puestos en marcha pueden transformar nuestros territorios y con ello nuestra región…Quiero compartir con todos ustedes, la historia de un pequeño ayuntamiento de montaña que se empeñó en poner en marcha la primera vía ferrata de la cornisa cantábrica. Este alcalde, que no es más listo que nadie, en uno de tantos viajes, tan denostados a veces por la administración, esos viajes de transferencia de experiencias y cooperación con otras regiones y países, tuvo un primer contacto con las antiguas vías ferratas de los Alpes de los dolomitas, donde estas estructuras se utilizaban en la segunda guerra mundial para que los ejércitos pudieran atravesar las montañas y no tener que rodearlas y que ahora han derivado en instalaciones deportivas, creyó que un recurso como este, en la situación geográfica de nuestra Cantabria rural tenía que convertirse en una herramienta capaz de complementar las iniciativas ya existentes e incluso generar otras nuevas, para municipios que a veces para salir adelante cuentan solamente con eso, nuestra geografía, nuestro paisaje.
Hoy la vía ferrata de La Hermida recibe más de 12.000usuarios, genera puestos de trabajo directos e indirectos y lo que es mejor de todo ello es que sirvió de experiencia para que las 5 comarcas de Cantabria tengan estas instalaciones. Casi una década después Cantabria ha conseguido a través de esos 5 grupos de acción local ser capaces de crear un producto único al mismo tiempo que somos un referente en este tipo de instalaciones.
Ahora que el territorio rural está vivo y le avalan esos más de 25 años de trabajo participativo, ahora que todavía no aparecemos en ningún informe de la unión europea como zona cero, como las zonas de Guadalajara o la Rioja que se consideran zonas de no retorno, ahora que todos nuestros planes estratégicos aportan que la solución de nuestras zonas rurales vendrá de la mano de un enfoque integral y trasversal y no como se viene haciendo desde un prisma trasversal, ahora que celebramos el 35 aniversario del Estatuto de Autonomía de Cantabria donde se habla de territorio “comarcas”, es el momento, queridos compañeros diputados y consejo de gobierno de Cantabria, de la discriminación positiva de darnos las herramientas jurídicas y de devolvernos competencias alas zonas rurales.
Para terminar, Lola, quería agradecerte tu compromiso y sensibilidad con el medio rural cántabro, reitero nuestro agradecimiento en nombre de los GAL de Cantabria, que después de 25 años de trabajo comprometido para mejorar la vida de las personas en las zonas rurales te hayas acordado de nosotros en un día tan importante para Cantabria.
ÁNGEL SAIZ
Buenas tardes,
A través del acto que hoy nos reúne, coincidiendo con los primeros pasos del Programa LEADER 2014 – 2020, situamos por un día el foco en los Grupos de Acción local, cuya actuación no siempre recibe el reconocimiento que merece, a pesar de realizar una labor esencial como instrumentos generados de equilibrio entre el medio rural y el urbano.
En el marco de la situación social actual, no siempre es fácil vivir en un pueblo, y especialmente cuando no existen buenos accesos, cuando las comunicaciones de red no son las óptimas, cuando los servicios básicos están a varios kilómetros de distancia, y menos aun cuando las dinámicas sociales y económicas se apagan al ritmo que desaparecen las personas.
Para hacer frente a las diferencias que obviamente existen entre la ciudadanía rural y la urbana, para hacer frente al problema de la despoblación, a la falta de oportunidades, al estancamiento del mercado laboral, a la falta de empleo cualificado, al problema del relevo generacional en el sector primario, a la dificultad que le supone a un núcleo con baja densidad de población contar con una red de comunicaciones adecuada que evite el riesgo de producir además una brecha digital, están la políticas de desarrollo rural. Esas que persiguen el desarrollo sostenible y fijar la población.
Esas políticas que son para el medio rural pero que están pensadas e interpretadas desde mentalidades urbanas: Bruselas, Madrid, o en su caso las capitales autonómicas. La consecuencia de esto es que se olvida que el desarrollo sostenible incluye también a las personas. Se olvida que si un entorno natural se ha conservado ha sido gracias a las labores tradicionales. Se olvida que si una persona quiere apostar su futuro emprendiendo en un núcleo rural es casi un héroe de nuestro tiempo. Se olvida que el empleo no es lo único que fija población, que es necesario contar con servicios y garantizar el acceso a ellos, que es esencial impulsar las dinámicas sociales, generar alternativas de ocio y garantizar la movilidad de las personas.
Estas cosas no tienen importancia para alguien que vive en Bruselas o en Madrid, y que desde sus conocimientos académicos nos trazan desde cómo ha de podarse un árbol en territorio de Red Natura (que lo es porque las personas lo han conservado así), hasta en que hemos de priorizar el gasto. El problema es que esas prioridades cambian al ritmo que cambian los que están en Bruselas o Madrid, pero las personas siguen persiguiendo soluciones que no entienden de colores. Soluciones para alcanzar el objetivo de no verse obligado a abandonar su pueblo, soluciones para no sentirse ciudadanía de segunda, soluciones para afrontar con garantías de futuro su apuesta vital por un modelo de vida rural.
En el contexto de esta realidad que a todos nos suena, es donde los grupos de acción local realizamos una labor esencial, ya que somos fundamentales para dinamizar la actividad social y económica de las comarcas sobre las que actúan, y lo hacen desde el territorio, y lo que es mucho más importante, lo hacen con el territorio, como lo demuestran los procesos participativos que se desarrollaron para diseñar las estrategias que han de regir las líneas de actuación para el próximo sexenio. Procesos que no han de quedarse ahí y que deben seguir activos durante todo el periodo, ya que no podemos crecer de manera sostenible sin contar con las personas.
En la actualidad estamos en los primeros pasos del nuevo programa LEADER, en torno al cual hemos de aunar esfuerzos todas las entidades de Cantabria, para con el fin de garantizar la sostenibilidad del medio rural. Para el Gobierno de Cantabria, dentro de su ingrato papel de fiscalizador del Programa, se abre un periodo en el que ha de interiorizar la necesidad de flexibilizar las interpretaciones que se realizan del marco normativo, ha de ser consciente de la distancia existente entre lo escrito en Santander y el emprendedor que quiere apostar por seguir viviendo en el pueblo en el que nació o en el que ha optado vivir cansado de las dinámicas urbanas. A veces, para crecer, más que dinero, se precisa el contexto adecuado.
Para los Grupos se abre un periodo que no va a ser fácil, porque la letra escrita no está adaptada al Medio Rural, porque el que ha de interpretar lo hace desde un entorno muy distinto al que se vive en Miera, Valle de Villaverde, Polaciones, en Pesquera o en Tresviso. Porque toca otra vez luchar por revertir una tendencia demográfica negativa que se ha acentuado desde la aplicación de las políticas de austeridad, y porque el optimismo se vende caro a escala social. Pero también es un periodo que nos brinda la oportunidad de demostrar, una vez más, que somos instrumentos esenciales para el desarrollo sostenible de los territorios en los que operamos.
Para el Medio Rural, para las personas que viven y trabajan en él (las que realmente importan) se abre una etapa de nuevas expectativas, se articula un punto de apoyo sobre el que continuar tejiendo el camino y demostrando, a través del ejemplo, que existen modelos de vida alternativos al urbano, que ese modelo es sostenible y que es posible vivir en un entorno en el que el ritmo de vida está gobernado por la calma. El trayecto hasta este punto de partida ha sido largo e incluso tedioso, pero ahora no es tiempo de mirar atrás y discutir de lo pasado, ahora es momento de mirar el horizonte e intentar alcanzar todas las ilusiones que se dibujan en su paisaje. Es tiempo de que los grupos afrontemos nuestra labor de trabajar para nuestros territorios, en nuestros territorios y con la ciudadanía que habita en ellos. Y hoy es el día en el que yo, en el que todos los que estamos aquí presentes, hemos de reconocer y valorar ese trabajo y reafirmar la apuesta por la continuidad de la metodología LEADER.